Viernes 29 de abril de 2011
Hoy Sebastián Piñera fue a la celebración del 72° aniversario de la CORFO, y aprovechó para hacer un recuerdo de su padre, José, que trabajó en la entidad durante 36 años, entre 1941 y 1977 "con siete presidentes", dijo.
Explicó que en 1977 su padre había solidarizado con dos personas que fueron expulsadas del país por el Gobierno Militar, Jaime Castillo y Eugenio Velasco, y por eso se le puso término a sus servicios. No es raro que los gobiernos pongan término a los servicios de funcionarios de su confianza cuando éstos solidarizan con personas que piden que se vaya el gobierno al que esos funcionarios sirven.
Alguien ha querido ver una intención oculta del mandatario al decir que hubo "siete presidentes" entre 1941 y 1977, pues fueron ocho: Aguirre Cerda, Ríos, González Videla, Ibáñez, Alessandri, Frei, Allende y Pinochet. Aparentemente, dicen, habría negado la calidad de presidente a Pinochet. Una exclusión como la practicada en ese tradicional (aunque venido a menos), café "Torres", donde tienen todos los retratos de los presidentes de Chile, salvo el de un período: 1973-1990. En ese caso la mala fe es patente. Por eso los que fuimos partidarios del gobierno de ese período faltante y no nos hemos "dado vuelta la chaqueta", no vamos por ningún motivo a ese café. Lo que no debe causarle mayor perjuicio, porque a estas alturas los que no nos hemos "dado vuelta la chaqueta" somos muy pocos.
Pero yo no creo que en el dicho de hoy del presidente haya habido mala fe. Es simplemente otro error suyo. Él no es muy bueno para llevar cuentas ni tampoco para la historia. Tal vez contó siete donde había ocho, como cuando sacó la cuenta de los litros que necesitaba para llegar en helicóptero a Cobquecura y se le acabó la bencina a medio camino.
Tampoco hubo mala fe cuando prometió crear un millón de empleos en su gobierno de cuatro años, a razón de 200 mil empleos al año. Fue sólo otro error de cálculo. ¿Por qué no podría, entonces, con toda buena fe, contar siete presidentes cuando hubo ocho?
Además, la historia tampoco es su fuerte. Dijo que Robinson Crusoe había vivido en Juan Fernández, cosa que, señaló, "el escritor William Dafoe" había relatado en un libro. No fue Crusoe, sino Alexander Selkirk el que vivió allá, ni el actor Willem Dafoe escribió sobre eso, sino que lo hizo el escritor inglés Daniel Defoe. Un error, no mala fe.
Tampoco quiso ofender a Brasil cuando dijo que su capital era "Brasilea". Fue sólo otro error. O cuando dijo que formamos parte de una "galáctea" y no de una "galaxia".
En consecuencia, lo de esta mañana en la CORFO fue sólo otra de las que llaman "piñericosas", y el autor de las mismas no tuvo, creo, ningún ánimo de negar la condición de presidente de Augusto Pinochet, sobre todo si la mayoría de sus otrora partidarios fue la que hizo posible que Sebastián Piñera fuera elegido. ¿Cómo podría alguien pensar que tuvo el ánimo de ofender a esos votantes suyos? Tendría que ser muy malagradecido.
JUEVES 28 DE ABRIL DE 2011
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Para empezar, los "pueblos originarios" somos todos los chilenos, porque "originario" significa "que extrae su origen de algún lugar", y todos los que hemos nacido en esta "larga y angosta faja de tierra" (¡qué poco original!) somos, por tanto, originarios de ella. Los mapuches, desde luego, sabidamente fueron invasores en su tiempo, así como después los invadieron a ellos los españoles; y después nos han ido invadiendo más españoles, alemanes, italianos, ingleses, palestinos, judíos, libaneses, sirios, árabes, croatas y, últimamente, peruanos, los hijos de los cuales, si nacen en Chile, son también originarios, como lo soy yo y probablemente usted.
En seguida, una de las "gracias" que tiene Chile es ser una nación unitaria y bastante homogénea, en el sentido de que todos los chilenos derivados de todas esas razas que he enumerado y de las que olvidé resultan ser bastante parecidos, hablan igual, son parecidamente mal educados e incluso se asemejan físicamante, porque no son ni muy blancos ni muy negros ni muy amarillos y a los que nacen rubios se les oscurece pronto el pelo y hasta he oído a alguno de ojos negros decir que los tenía azules cuando chico. Entonces, somos una nación cohesionada y es una tontería muy grande la de crear ahora divisionismos internos mediante una reforma constitucional como la que ha anunciado el presidente Sebastián Piñera.
Lo que hace falta es dejar de discriminar y dar libertad a los que llaman "pueblos originarios", porque hay 650 mil hectáreas de tierras valiosas en poder de grupos indígenas, a los cuales se les prohíbe venderlas; y hay un engendro ridículo creado por la nefasta Concertación, llamado CONADI, que les ha regalado otras 70 mil hectáreas más en estos años (datos publicados en "El Mercurio" de hoy), pero no se las ha regalado por ser hábiles en el trabajo de la tierra, sino por ser indígenas, y con el añadido de que no las pueden vender a quienes sí saben trabajar la tierra.
Lo que les conviene a los que llaman "pueblos originarios" es que los traten como iguales a los demás chilenos y les den libertad para vender sus tierras e irse a vivir a otra parte, si quieren, y si no quieren no, pero ya con eso tendrían un capital y podrían trabajar en lo que a cada uno se le ocurra, según sus capacidades, como sucede en las sociedades libres.
Y de paso así se terminarían los negociados hechos en la CONADI a costa del Estado (no resisto la tentación de volver a citar el caso del fundo "El Notro", que la CONADI compró en alto precio a su dueño, un próspero agricultor, y se lo dio a grupo de familias indígenas, que inmediatamente procedió a arrendárselo al antiguo dueño, que era el que sabía trabajar la tierra. Ganaron: 1) el antiguo dueño y 2) Los indígenas favorecidos, pero perdimos el resto de los chilenos, cuya plata fue derrochada en un negocio absurdo.)
Cuando les den libertad a los indígenas y se les considere iguales y plenamente capaces de disponer de lo suyo, muchos van a vender todas sus tierras; otros una parte y van a trabajar el resto, y todos van a estar mejor, porque tendrán un capital del cual hoy carecen. Y esas tierras van a pasar a estar bien trabajadas por quienes las compren o exploten, de modo que saldrá ganando el país.
De paso, se terminará solo "el problema indígena", porque los que hoy son "siervos de la gleba" van a convertirse en profesionales, empleados, obreros, empresarios o artistas, según sus aptitudes y van a vivir, como el resto de los chilenos, en el lugar que elijan y no en el que han sido obligados por una legislación absurda que el actual gobierno está tramando tornar más absurda aún.
Publicado por Hermógenes Perez de Arce
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